Los
días pasan de una manera cíclica y constante. Como las ondas que se generan en
una laguna son las acciones de cada uno. La ondulación llega en su tiempo a un
lugar; afectando la apacibilidad de quien se encuentra en el mismo tiempo y
espacio que lo involucra; conforme crece envuelve a más individuos; siendo el
centro la esencia misma de cada uno.
Lo
que realizamos día a día se traduce en emociones que son ataduras a nivel
kármico. Si son buenas generan un campo vibracional favorable para uno mismo,
pero si son malas ya sea de una manera intencional o no traerán consigo un
karma negativo (Eventos adversos con el
único fin de hacernos entender el daño que causamos). En el anterior post
sobre la casualidad aprendimos parte de la relación entre los dos. Les recuerdo
que KARMA no es un castigo. La
lección será la misma los eventos serán similares los involucrados pueden ser o
no ser los mismos pero las consecuencias
serán siempre diferentes, para ver esto no es necesario hablar de reencarnación
les pongo un ejemplo. Tenemos en escena a un niño(a) de aproximadamente cuatro años ante nosotros,
la maestra tiene problemas porque el niño(a) no lleva tareas, llama a los
padres y les informa la novedad; independientemente de la razones por las que
el niño(a) no hace las tareas, miente a sus padres y a su maestra los cuales
dejan pasar por alto una vez esta pequeña falla. El tiempo pasa y el niño(a) ya
es un adolecente crece junto con las mentiras y la evasión de responsabilidades
conforme pasa el tiempo las consecuencias aumentan y es inevitable una pérdida
de año. La primera vez la vida intentaba hacerle enfrentar y decirle es
tiempo de ser ordenado(a), es tiempo de decir la verdad; pero hizo caso omiso. La vida nuevamente
le repite es tiempo de ser ordenado(a) y decir la verdad. Esta vez el
niño(a) ya ha crecido y no escucho todas las advertencias; ahora ha
perdido a su esposo(a); porque le mintió siéndole infiel y en su trabajo no anda
muy bien que digamos. Entonces podemos decir que tiene mala suerte, que la vida
le castiga o que quizás es una víctima del destino, pero lo cierto es que como
una madre es la vida primero susurra, conforme persistimos alza la voz y si
omitimos nos enseña quitándonos algo que nos importa y necesitamos para ser
feliz. La lección es aprender en silencio dejar el ego a un lado y escuchar.
En
el caso anterior vale aclarar que la deuda no está completamente saldada en
esta vida pues hizo daño a más personas, hay unos padres involucrados, hay
hijos y una esposa con las que el individuo debe saldar su cuenta y eso lo hará
después porque el Karma es la “Ley
cósmica de causa y efecto” que persiste aun después de la vida.
Con
esto quiero invitarles a que reflexionemos en cada instante de nuestra vida,
como afectamos a los que nos rodean; que seamos un ente favorable en la vida de
nuestro prójimo y si acaso ya estamos viendo las consecuencias de nuestros
actos reflexionemos en ellos ya que nunca es tarde para mejorar.